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jueves, 29 de septiembre de 2016

Los parásitos asesinos

Mi esposa descubrió que Sarah se come las uñas y por estar metiéndose los dedos a la boca, ella olía horrible: como a babas secas, pero peor. Necesitábamos una solución para evitar que ella se comiera las uñas y además parar esa fetidez.

Se pensó en el viejo truco del ají untado en los dedos, pero en nuestro caso el remedio sería peor que la enfermedad. Los ajís que yo uso son tremendamente picantes, inclusive para los iniciados en esa afición culinaria ¿Qué tal que la niña se toque los ojitos u otras partes muy sensibles de su cuerpo, o que me toque los ojos a mí, o al que sea? Herida mortal prácticamente, y lo sé porque ya me pasó por accidente, pero esa es otra historia.

Paralelo al mal olor, la niña tenía un flujo nasal constante y el catarro ya debía haber pasado. Observando de cerca, mi esposa notó que el mal olor provenía de su nariz, de ese flujo nasal constante. "Algo tiene la niña, olé, olé, vení olele la nariz, ¡huele a podrido!".

El catarro mío no se había ido, mi olfato no gozaba de la agudeza habitual, pero pude percibir una mezcla de olores entre pecueca y carne podrida, proveniente de esa tierna naricita de dos años y algunos meses. "Sí, huele maluco, hay que lavarle la nariz". Discutiendo cómo habríamos de hacerlo miramos fosas adentro y concluímos que definitivamente había algo allí.

Una micrografía electrónica de un parásito carnívoro. Fuente 
Mi esposa se desesperó y empezó a desvariar mencionando que había que llevarla al hospital, que al día siguiente también y que tendríamos que faltar al trabajo. Las otras dos niñas lloraban pidiendo que les pusiera el video de Mr. Toot y el hermanito mayor apareció diciendo: "una bacteria se le está comiendo el cerebro, como vimos esa vez en Parásitos Asesinos".

¡Culicagao!

"Ah, se le comen el cerebro a la niña, ¿qué vamos a hacer? yo sabía que había algo, yo te dije que olía maluco, se nos va a morir, ¡tiene parásitos!"

En ese momento me vi obligado a enojarme y poner a cada uno en sus sitio: "Vos te vas a lavar los dientes y acostarte y vos te organizás para ir al hospital, no sabemos qué tiene, nadie se le come el cerebro... ", pero pensaba: ¿y si sí? La cosa se puso crítica con tres niñas llorando, yo cambiando pañales, ellas pidiendo Mr. Toot, el hermanito preguntando cosas y mi esposa desesperada por la salud de la niña. A fuerza de lidias salieron para el hospital y yo, en busca de paz mental, les puse el video.

Ires y venires, a esa hora ya no atendían en ciertas partes y mientras manejaba, mi esposa se comunicó con su hermana para contarle el caso. Ella la convenció de insistir en otro lado porque en las vacaciones estuvieron en el mar y en un lago, posiblemente si había una colonia de algo en su cabeza, yo le dije que fuera a Sainte Justine.

Varias llamadas actualizándome de la espera, hasta que por fin llamó a decirme que de la nariz le habían sacado lo que parecía el relleno de algo, unas fibras asquerosas. De inmediato en mi cerebro se reveló la película: 

En el paseo, Luis le regaló a las niñas unos peluches, que Dexter, el perro, trató de destrozar. Fin del paseo, llegamos a la casa y al bajar a las niñas del carro Sarah estaba feliz sacándole el relleno al peluche roto y poniéndoselo en sus orificios faciales, yo saqué todo lo que puede, sin imaginar que dentro de su nariz habían quedado restos.

Ya todo está bien

miércoles, 24 de agosto de 2016

El aprendizaje por imitación y experiencia

Ya conté antes lo complicado que es salir de la casa, pero hemos ido mejorando en ello y todavía no entendemos cómo es que lo logramos. Sin embargo de vez en cuando resultan imprevistos y finalmente llego tarde al trabajo, confiando en que los jefes entiendan que es una excusa válida.

Ese día, que mi olfato no olvidará, no pudimos encontrar la tarjeta de transporte de mi esposa, de manera que el plan matutino cambió y llevamos al niño a su sitio y a ella la conduje a su trabajo, luego las niñas a la guardería.

Faltando una cuadra para llegar a la puerta del edificio, empecé a escuchar un sonido detrás de mí y le pregunté a mi esposa que si alguna de las niñas se estaba "ahogando" -no quise utilizar la palabra correcta-. Ella, que sufría una tortícolis horrible, no pudo verificar y debí apuntar mi oído, solamente para constatar que efectivamente esa niña estaba vomitando la leche que había tomado más temprano, giré el cuello y vi cómo de su tierna boquita, salía en cascada la blanca regurgitación.

No sé si fue solidaridad o influencia, pero una de las niñas que iba en la tercera fila del carro procedió a imitar y ambas desencadenaron al unísono el desagradable sonido de una tremenda vomitada. Mi esposa le preguntó al jardinero, al llegar a la entrada, que si era posible conseguir una manguera para lavar el carro y a las niñas… Obviamente no, tampoco entrar al edificio, es un local del gobierno con mucha seguridad.

Despedí a mi esposa y tomé el camino de regreso a la guardería con todas las ventanas abiertas para respirar el aire de la calle y evitar el olor, mezcla de quesito podrido con pecueca*, manejando a 110 Km/h, mientras pensaba qué hacer. Lo primero fue avisar en el trabajo que iba a llegar más tarde y la razón.

Parte del plan ya lo tenía resuelto: dejaría a la niña limpia en la guardería mientras iba a a casa a ocuparme del desastre. Así fue, le dije a las profesoras que luego volvía con las otras dos sin dar ninguna explicación. Al llegar a casa, examiné la escena tratando de resolver la siguiente etapa y concluí que los diseñadores de las sillas de seguridad para los carros, nunca en su berrraca vida han tenido que limpiarlas de vómito.

Safé ambas sillas sin sacar a las niñas de ellas, montadas cada una en la suya, y aún amarradas con los cinturones, así las subí hasta el baño y las tuve que dejar un rato mientras esparcía bicarbonato sobre los asientos y tapetes del carro. Siempre, mi querido lector, trate de mantener bicarbonato de sodio en casa y en el carro, en la pañalera, en todo lado, será su mejor amigo.

Las saqué de las sillas y me dispuse a bañarlas y vestirlas para llevarlas a la guardería, los asientos podrían esperar un poco. En la guardería no dije nada, pero con la sospecha de que me llamaran más tarde por nuevos "incidentes".

Cuando volví a la casa, coco ya había ayudado un poco con la limpieza de los asientos. Cada uno lo metí a la bañera y a punta de cepillo y cepillo de dientes, lavé cada estría, hendidura, hueco y relieve de las chapas de los cinturones, porque los diseñadores de las sillas de seguridad para los carros, nunca en su berrraca vida han tenido que limpiarlas de vómito. Tuve que lavar los forros en los asientos porque gracias a una razón ilógica y desconocida, a este modelo no se les puede quitar ni el forro ni la espuma para lavarlos. Tenga en cuenta eso cuando vaya a conseguir los asientos para sus hijos.

Usé jabón líquido para trapear pisos y blanqueador en polvo.

En el carro, la porquería no fue tanta y bastó con "barrer" el bicarbonato esparcido y limpiar luego con paños húmedos de Clorox. Pese al esfuerzo, ese olor característico penetra todo tipo de tejidos, incluyendo los nasales, y estuvo de pasajero en el carro al menos por una semana. Lo bueno es que era verano y podíamos andar con las ventanas abiertas.


*pecueca
nombre femenino
AMÉRcol. desp.
Olor fétido que despiden los pies de una persona por falta de aireación o higiene.
Google.ca

lunes, 2 de mayo de 2016

Los dos años

Los bebés heredan todo tipo de cosas
Las niñas acaban de cumplir los dos años y con el desarrollo de sus personalidades y sus distintas habilidades motoras y congnitivas, vienen otros hitos importantes en el crecimiento y crianza de los bebés. Ellas ya pronto estarán listas para abandonar los pañales y librarnos a nosotros de esa carga bastante pesada en el bolsillo.

Si usted quiere saber cuándo sus trillizos están listos para hacer solitos en una bacinilla (pelela, orinal, perico, mica, bacín o dompedro), hay unos signos a los que debe prestar atención:

  1. Se quitan la ropa, incluyendo los pañales
  2. Avisan cuándo hicieron #1 o #2
  3. Se angustian por tener la carga en el pañal
  4. Muestran el paquete atrás con molestia, llanto o preocupación
  5. Se refieren a cualquier cosa sucia como "popó" o "caca"
  6. Avisan cuándo otra persona (o animal) hizo
  7. Reconocen el propósito de un asiento sanitario o cualquier cosa que se le asemeje.
  8. Juegan que hacen #1 o #2 y saben para qué son el papel higiénico y los pañitos húmedos

No obstante, las trillizas son personas distintas con momentos de desarrollo diferentes y las tres no están en el mismo punto respecto a esa materia. A ellas hay que entenderlas como personas diferentes con necesidades diferentes.

Uno de los regalos de cumpleaños, fue la tercera bacinilla (ya teníamos dos) para evitar las peleas que estábamos teniendo entre las niñas por sentarse a "departir" en ellas. En la se caja incluye un manual de instrucciones de uso -porque es de tres usos distintos- y las recomendaciones para que los niños aprendan a utilizarla:

Sugerencias para aprender a ir al baño

Aprender a ir al baño puede crear entusiasmo y también ser problemático. Estas son algunas sugerencias para hacer que el proceso sea más fácil.
  1. Tenga paciencia. Brinde a su niño el tiempo que él o ella necesitan para aprender. Es importante permitir que su niño decida la rapidez del aprendizaje, pasando de un paso al siguiente por vez. Tenga en cuenta que algunas veces los niños actúan más allá de su propia comodidad. ¡Su paciencia será la clave!
  2. Explore. Sugiera a su niño de que se siente en la pélela, al principio con los pañales puestos y hasta completamente vestido. Al principio, le convendría consultar a otros pares para ver qué sugerencias les han sido útiles.
  3. Anime. Aunque no pase nada las primeras veces, no muestre que se siente defraudado. Haga que su niño se sienta contento por haber pasado un rato en la pelela.
  4. Apunta. Especialmente para varones. Comience con el niño sentado y asegúrese de que se siente lo más atrás posible en el asiento. Parte del proceso de aprendizaje en la pelela para los varones es aprender a apuntar y orinar hacia abajo. ¡Esto ayudará a limitar los derrames!
  5. Repita. Llega un momento en que conviene preguntar a su niño cada 15 a 30 minutos si él o ella quieren sentarse en la pelela. Nada ocurrirá en algunas ocasiones, pero su niño comenzará a aprender Ia sensación de necesitar ir a la pelela.
  6. Progrese. Primero use el sistema de la pelela en el suelo y luego puede tratar de poner el asiento para aprender en su inodoro. Esto brindará al niño una experiencia más realista.
  7. Proteja. Hasta que él o ella estén secos durante un largo periodo durante el día... es una buena idea seguir usando los pañales en el niño durante la siesta y para dormir a la noche.
  8. Mantenga la perspectiva. Recuerde que las aptitudes de su niño se desarrollan todas al mismo tiempo. Progresar en un aspecto puede significar retrasarse o causar retrocesos en otros aspectos. Algunas veces necesitan retrasarse porque hay otras cosas que ocurren en sus vidas, como el nacimiento de un hermanito o el comienzo del jardín de infantes.
  9. Celebre. Cada pequeño éxito es una oportunidad para celebrar.

Pero otra cosa es la experiencia…

La mañana siguiente después del cumpleaños sentamos a las tres niñas en las correspondientes bacinillas animándolas a que hicieran lo suyo, hasta el hermano mayor participaba con arengas para que ellas depositaran ese regalo que solamente es bienvenido en los bebés. Sarah que tiene un gusto más sencillo se sentó en una plástica que no tiene decorados, Mariana utilizó el trono de "Diego-Go" que perteneció a su hermano y Victoria, que desde esta edad ya es fanática de Minnie Mouse, se entronó a estrenar el regalo.

Sarah no duró mucho sentada y se entretuvo con otro asunto, Mariana quería utilizar también la bacinilla de Minnie y expulsó a Victoria del asiento... porque tiene una palanca feliz que al ser bajada emite el sonido "hip-hip Hurra!". Victoria se las arregló para volver a su sitio y mientras lidiábamos con Mariana enojada, Victoria saltó del asiento. Fue mi hijo quien notó: "huele feo, alguien hizo popó".

Volteamos a mirar y Victoria corría triunfante mientras que fuimos a mirar el producido y

¡Se lo comió coco!

REMATE: esa bacinilla de peltre la bajé de Internet... ¡no me crean tan puerco!

jueves, 7 de abril de 2016

El Baño

Victoria, Mariana y Sarah
Es difícil describir cómo se conecta uno con los hijos con amor de padre. Una de las maneras que recomiendan los versados en pediatría es el contacto piel a piel con los prematuros y el baño con bebés mayorcitos.

Yo me encargo de bañar a las trillizas y ponerles las piyamas para acostarlas en sus camitas. Si no me voy a concierto o tengo reunión de trabajo, es una labor que hago todas las noches (porque de día nos tendríamos que levantar tempranísimo).

Esta noche, como casi todas hace casi dos años, llevé a las niñas a la bañera. A ellas les gusta jugar con el agua. Victoria además se la toma con todo y jabón. Ya les he enseñado las partes más importantes para bañar y logré distraerlas "haciendo cachitos" para echarles el champú... todo es un juego.

Si me descuido ellas pelean porque una le tocó un pie a la otra o porque esta no se deja hacer los cachitos de aquella. Se ríen, lloran, gritan y hasta cantan y bailan.

Cuando están difíciles o muy cansadas utilizo el celular para ponerles videos y entretenerlas. Casi siempre funciona. Han aprendido cuál es la toalla de cada una y  cuando las saco, ellas, por el color de la toalla, ya saben quién sale del agua.

Las toallas son rosada, morada y amarilla; un regalo de la "madrina universal", cada una marcada con su nombre. Para sacarlas del agua empiezo con la que se aburra primero.

Hoy empecé con la toalla morada. "SAÍTA" dijo Mariana... entonces saqué a Sarita y la envolví con la toalla, siempre con mucha ternura las llevo cargadas contra mi pecho para secarlas, ponerles los pañales y la piyama.

Toalla rosada: "VITOYA" anunció Mariana que quedaba sola en la bañera. Ella estiró los bracitos para ayudarle a salir e igual que con su hermana mayor, la envolví tiernamente para secarla y la puse en mi pecho para llevarla a ¡aaaaaaa aaaaaaaaaa!

¡Jueputa! ¡Me mordió una tetilla!

martes, 12 de enero de 2016

Las personitas

Al principio se denominaban Bebé I, Bebé II y Bebé III. una manera de diferenciar a cada una en el vientre materno para los seguimientos con las ecografías. No tenía sentido nombrarlas porque era posible que cambiaran de posición y evidentemente se prestaría para confusiones.

Mi esposa muy valientemente soportó una barriga asimétrica en la que albergó estas niñas encantadoras y que fue terreno definitivo donde se definieron sus caracteres.

Bebé I: estaba ubicada cerca del cuello uterino, encajada de cabeza en el hueco pélvico y aguantó el peso de sus hermanas siempre que la madre estaba de pie. Se acomodaba de vez en cuando, como tratando de "desembarazarse" de sus dos hermanas. Nació siendo la menos pequeña
Bebé II: una calma terriblemente sospechosa, apenas se movía, pero generalmente parecía que fuera por los empujones de las otras dos. Por ella siempre preguntábamos en las observaciones, nos preocupaba mucho su quietud.
Bebé III: el alboroto en ese ambiente hermético, la que no dejaba dormir empujando las tripas de la mamá y a las hermanitas, en constante actividad. Nació siendo la más pequeña.

Así tal cual, en ese orden nacieron en la cesárea, y así tal cual las nombramos por orden de aparición, con el orden en el que encontramos los nombres que nos gustaron y que funcionaran en tres idiomas sin problemas. En la sala de prematuros, Sarah que es la mayor por cuatro minutos, era la que estaba más preparada para irse a su casa, bebía su leche sin dificultades y no necesitó más de 24 horas de encubadora.

En cambio, sus hermanitas tuvieron que ser alimentadas con sonda endogástrica por varios días porque el reflejo de succión no estaba bien desarrollado. Además su bajo peso, era algo delicado, pero no grave. Victoria estaba en otra sala donde desfilaron otros bebés con problemas o dolencias, pero era solitaria sin sus hermanas. La pajarita, como le decíamos al nacer, era diferente al llorar y al hacer la terapia del papá canguro. Yo podía sentirlo aunque honestamente no sé cómo explicarlo.

Mariana compartió la sala con Sarah, y era fácil comparar el desarrollo de una con la otra, verla con esos tubos y electrodos era triste, mientras que Sarah dormía sin tanto alambre y sin encubadora. Pero así pequeña y frágil (como en la canción de Sabú), era muy activa y sola se arrancaba las sondas y electrodos queriendo ser libre.

Las tres son distintas físicamente y sus caracteres son también diferentes; seguramenbte marcados por esos primeros momentos de vida en el vientre.

Sarah tuvo un liderazgo los primeros tres meses, que fue usurpado por Mariana, la menor de las tres. Victoria, aunque comparte con sus hermanitas y hermano mayor, prefiere juegos solitarios o sentarse donde no estén los demás; como si recordaran esa sala en la unidad de neonatos.

La mayor al nacer ha sido la que ha presentado de manera más tardía su desarrollo psicomotriz. tardó casi un mes más en aprender a caminar y las primeras palabras de ella fueron tardías con relación a las otras dos trillizas.

Sarah, Victoria y Mariana hace algunos meses
Victoria es la segunda. Segunda al nacer y segunda en hacer todo: las primeras palabras, sentarse, caminar, "dar besitos". Aunque no habla mucho, su vocabulario es más amplio que el de Sarah -al menos en lo que alcanzamos a entender en esa mezcla de bebé, francés y español- De preferencias más individuales es la de mejor apetito y disciplina en la mesa, es la que menos se pone de "chapapo" (chapeau=sombrero) la comida y la que menos le tira comida a coco.

Mariana nos sorprende todos los días con los avances en su desarrollo. la última en nacer ha sido la primera en hacer todo. Cuando Sarah dio sus primeros pasos, Mariana ya estaba corriendo por la cocina, subiendo y bajando las escalas y tratando de brincar para coger las cosas altas. Sus hermanitas dicen palabras, ella ya puede combinarlas para dar sentido a expresiones y en ocasiones hace razonamientos lógicos: le puse unas manoplas para el frío y ella me dijo: "papato mano" (zapato mano), o juega diciendo "bobigo ¿tone ta?" (¿el ombligo dónde está?).

Ella aprovecha cuando sus hermanitas se descuidan y les roba el tetero y sale corriendo y se esconde, Sarah sabe dónde se guardan los teteros y cuando la puerta de la nevera está abierta, camina rápido, se escabulle, lo agarra y se escapa. Victoria ve eso y llora señalando.

Ellas tienen comportamientos y gustos diferentes para todo: el baño, la manera de vestir (así de jóvenes), la comida y las relaciones con las personas. Son trillizas, pero no son un trinomio indivisible y distinto como el Misterio Católico ni son partes de un mismo todo como los technobots.

Todo lo dicho, es una razón importantísima para mí para no uniformarlas ni normalizarlas como gemelas idénticas, porque no lo son y jamás serán iguales, además ya es suficiente con enontrarles toda la ropa necesaria y el mantenimiento que eso requiere, como para preocuparme porque la camisa de esta tenga que ser igual a la de la otra.