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Victoria, Mariana y Sarah |
Es difícil describir cómo se conecta uno con los hijos con amor de padre. Una de las maneras que recomiendan los versados en pediatría es el contacto piel a piel con los prematuros y el baño con bebés mayorcitos.
Yo me encargo de bañar a las trillizas y ponerles las piyamas para acostarlas en sus camitas. Si no me voy a concierto o tengo reunión de trabajo, es una labor que hago todas las noches (porque de día nos tendríamos que levantar tempranísimo).
Esta noche, como casi todas hace casi dos años, llevé a las niñas a la bañera. A ellas les gusta jugar con el agua. Victoria además se la toma con todo y jabón. Ya les he enseñado las partes más importantes para bañar y logré distraerlas "haciendo cachitos" para echarles el champú... todo es un juego.
Si me descuido ellas pelean porque una le tocó un pie a la otra o porque esta no se deja hacer los cachitos de aquella. Se ríen, lloran, gritan y hasta cantan y bailan.
Cuando están difíciles o muy cansadas utilizo el celular para ponerles videos y entretenerlas. Casi siempre funciona. Han aprendido cuál es la toalla de cada una y cuando las saco, ellas, por el color de la toalla, ya saben quién sale del agua.
Las toallas son rosada, morada y amarilla; un regalo de la "madrina universal", cada una marcada con su nombre. Para sacarlas del agua empiezo con la que se aburra primero.
Hoy empecé con la toalla morada. "SAÍTA" dijo Mariana... entonces saqué a Sarita y la envolví con la toalla, siempre con mucha ternura las llevo cargadas contra mi pecho para secarlas, ponerles los pañales y la piyama.
Toalla rosada: "VITOYA" anunció Mariana que quedaba sola en la bañera. Ella estiró los bracitos para ayudarle a salir e igual que con su hermana mayor, la envolví tiernamente para secarla y la puse en mi pecho para llevarla a ¡aaaaaaa aaaaaaaaaa!
¡Jueputa! ¡Me mordió una tetilla!
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