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lunes, 26 de mayo de 2014

El hospital

Por suerte o por mala suerte, si uno no tiene cómo pagar con su bolsillo el mejor hospital local, le es asignado un lugar para que nazcan sus hijos. Eso depende de varios factores: el sistema de salud, la cotización del trabajador al sistema, la cercanía a su lugar de residencia y la condición de la madre gestante, porque la suya, a nadie le importa una peonza.


Cuando se es madre de múltiples ese embarazo se considera automáticamente de riesgo, y cada mujer puede sumarle a eso otros factores que "empeoran" su situación, diga usted por ejemplo, edad avanzada, obesidad, enfermedades previas, malformaciones físicas, desnutrición crónica o daños por drogas o alcoholismo entre cientos de cosas. En nuestro caso, las trillizas declaraban contundentemente que el embarazo debía ser de mucho cuidado y por eso tuvimos la fortuna de que se nos remitiera al Hôpital Sainte-Justine, uno de los mejores de América en atención madre-hijo.

Una cosa es el asunto médico y el servicio que presta la institución para su pareja, y otra cosa es la función de mensajero que propongo al padre, que más que útil, es imprescindible; y por la experiencia, van algunos trucos para que su acompañamiento cotidiano en el hospital y sus deberes imparables en la casa y el trabajo no hagan de usted un guiñapo de hombre.

Este hospital no nos quedaba muy lejos de la casa, pero las rutas de acceso lo hacían un poco demorado. Son solamente 16 kilómetros de distancia desde mi casa y 13 desde mi trabajo, pero en casi todas las ocasiones, tardaba hasta 45 minutos (más de 60 minutos en horas pico) en hacer esos recorridos por las vías corrientes, que como se dice aquí, son lo "moins pire". Empiece por conocer las calles que circundan al hospital e identificar cuáles son los semáforos en los que puede girar a la izquierda o derecha sin perder tiempo, localice los atajos para llegar fácilmente a las autopistas y los lugares de los que puede salir, así sin aviso alguno, una volqueta en reversa que le obliga a hundir el freno al fondo y sentir el amargor de sus gónadas en la garganta.

Explore el barrio y localice los sitios donde puede estacionar gratis, donde puede estacionar pagando poco por poco tiempo o donde por fuerza debería estacionar por mucho tiempo y por mucha plata. Cuando ingrese su pareja como paciente, infórmese con la seguridad o la administración del lugar porque es posible que la institución tenga convenios de estacionamiento con algún parqueadero, inclusive el propio parqueadero del hospital, y así usted podrá ahorrarse bastante dinero en sus visitas diarias a su creciente familia o para las amanecidas.

Ponga cara demacrada, hágase ver cansado y desvalido pero siempre sonriente y optimista como feliz padre de trillizos. Es más, creo que no tendrá que hacer nada: le saldrá natural. Esa actitud es lo único que usted tiene para solicitar esos servicios y recurrir al corazón de los funcionarios… la barriga con bebés la lleva ella.

Ubique sitios importantes cercanos o de paso al hospital: supermercado, tiendas de ropa, farmacia abierta las 24 horas (o al menos hasta tarde), restaurantes con entrega a domicilio, estaciones de gasolina, cajeros electrónicos para sacar dinero y floristerías, porque no se puede olvidar lo importante que son las flores en estos momentos.

Infórmese con el hospital sobre los servicios no sanitarios que ofrezcan, por ejemplo en el "nuestro" contaban con biblioteca, sala de cine, masajes, tienda miscelánea, restaurante, farmacia (que cerraban a las cinco de la tarde y fines de semana), estacionamiento, Wi-Fi gratis, dos tipos de  hospedaje para los padres, sala familiar para visitar a los bebés y parque temático con 12 atracciones mecánicas, siete mesas de pin-ball y dos piscinas climatizadas.

Lo del parque temático me lo acabo de soñar… lo demás es cierto.

En el hospital, aprenda a conocer los diferentes pabellones y unidades por los que ustedes desfilarán como pacientes, trate de no perderse en los corredores y cuando use el ascensor, bájese en el piso correcto. Sí, yo sé, suena estúpido, pero pasa cuando uno ya está convertido en un guiñapo de hombre. Recomiendo que use siempre las escaleras, los elevadores tardan muchísimo más en prestar el servicio y aunque parezca misántropo, se puede uno encontrar con ciertos personajes desagradables o tener que embutirse en la máxima capacidad de carga.

Observe al personal médico y de servicio, ellos utilizan algunos atajos "secretos" para pasar de un pabellón a otro, hágase el perdido y ahorre tiempo y recorridos usando los corredores VIP, pero respete por favor cuando esos espacios sean usados para gente que de verdad los necesita.

¿Ya miró donde puede ir a hacer pipí, dónde poner a cargar su celular, dónde pagar las cuentas y sacar los documentos y dónde comprarse una bebida mientras espera o descansa? Observe bastante, conviértase en parte de esos muros para que sea un marido (o concubino) útil y no otra preocupación más para esa madre que está haciendo por uno lo que jamás haremos por nadie.

NUNCA SOBRA: trate de ser amigable con todo el mundo, va a necesitar favores por tiempo indefinido

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