Translate

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los primeros seis meses

Cuando recibimos la noticia de que mi esposa y yo íbamos a ser padres de trillizas quedamos estupefactos. No sé si existe otra palabra que describa mejor esa emoción -honestamente terrible- que produce una sorpresa tal. Un miedo a lo desonocido y al futuro, una preocupación por la responsabilidad venidera, por los aprietos económicos que pudieran llegar, el riesgo de enloquecerse entre los llantos y las demandas de tres bebés. Y un niño. Y un perrito

Como ya dije antes, nos sugirieron "reducir el embarazo", y esa idea era aún más terrible que la idea de ser padres de trillizos. Hoy se cumplen seis meses del nacimiento de esas tres niñas que han llenado nuestro hogar de alegría y amor, y cada que las miro recuerdo como si fuera un trueno esa recomendación médica y me pregunto: ¿cómo hubiera sido posible escoger a una? ¿cómo hubiera quedado mi conciencia si una de estas niñas nunca hubiera sido por irnos de cómodos por la salida más fácil?

Seis meses después del nacimiento y unos meses más después de escuchar esas recomendaciones, estoy convencido de que nuestra decisión fue la mejor. Es cierto que mis niñas exigen mucha más atención y gastos que haber tenido un solo hijo, o ninguno, pero nada puede igualar las emociones que se viven cuando uno es papá, y de tres niñas hermosas, es todavía más sobrecogedor.

Ya nos estamos acostumbrando a que se nos acerquen los extraños con sus preguntas y a ser motivo de curiosidad en la calle cuando salimos, ya superamos -aunque dormimos poco- esas trasnochadas con los teteros y estamos comenzando una etapa nueva en la que nuestras hijas ya observan con atención cuando comemos, ven televisión, se ríen y piden a su manera que las carguen.

Como todo papá disfruto enormemente llegar a mi hogar y fundirme en los brazos de mi esposa y mis hijos. Con las niñas es muy difícil distribuír el tiempo para dedicarle a cada una cariños y cuidados. A veces cuando cargo a una, la otra me mira y llora pidiendo también atención, y cuando antes seguramente no hubiera tenido la paciencia, ahora soy capaz de evitar la tensión con los llantos porque sé que esa es la única manera que tienen de expresar sus deseos y emociones, y lo más mágico es que uno aprende a entenderlas.

Eso hasta ahora ha sido lo verdaderamente difícil de ser "el triple papito", no tengo tres brazos para tenerlas a ellas al mismo tiempo, ni tres manos para acariciar sus caritas y hacerlas dormir. Como casi todo el mundo, también me tengo que ir a trabajar y duele dejarlas a ellas con sus miraditas para salir de la casa todo el día.

En ellas se nota mucho la diferencia de personalidades, además de que su fenotipo es distinto, el carácter individual las hace muy especiales y cada una marca una característica definida: Sarah es la líder fuerte que se hace notar, Victoria es pura dulzura y simpatía y Mariana es una coqueta pícara que tiene un pucherito asesino. Entre ellas se nota también la diferencia de desarrollo, que puede ser de pocas horas o algunos días. La mayor está más avanzada en el uso de sus manos y sus ojos y las otras dos niñas la siguen más o menos dos semanas después.

Prematuras y todo, en estos seis meses no ha habido ninguna dificultad de salud ni problemas de desarrollo. La pediatra vive contenta porque las niñas "no dan trabajo" y nosotros orgullosos porque tomamos una decisión correcta. Hasta ahora no hemos vivido ninguno de esos riesgos con los que nos quisieron asustar hace casi un año.

Aparte de eso, es fabuloso ver cómo el hermano mayor dedica sus bailes y canciones para entretenerlas, anoche quiso tocar un silbato brasileño que recogió en una piñata y hace dos noches les bailó y les cantó para calmar sus llantos de sueño. Él tiene su mundo y a veces quiere compartirlo con ellas, especialmente con Mariana, la que más se parece físicamente a la mamá.

Sies meses de nacidas… cuando mis amigos que tienen un bebé se quejan de los trasnochos y los llantos, cuando dicen que hay mucha ropa para lavar, cuando dicen que hay que estar haciendo teteros a toda hora, cuando dicen que es muy duro cuidar un bebé, yo simplemente sonrío y les doy la razón, sonrío porque sé que todos esos trabajos merecen el esfuerzo cuando uno ama tanto a un ser al que le dio vida y que todo lo que hace es maravilloso, empezando simplemente por su existencia.